PYONGYANG, Corea del Norte.- Organizar un viaje en tren y una visita a un centro espacial con medio centenar de indisciplinados periodistas extranjeros era una arriesgada apuesta. Sobre todo, en Corea del Norte, el país más cerrado del planeta.
La visita se desarrolló finalmente sin incidentes, y los periodistas tuvieron el inusual privilegio de descubrir la flamante rampa de lanzamiento de Tongchang-ri (noroeste), y el cohete que Estados Unidos y sus aliados sospechan que, en realidad, esconde un misil balístico.
La comitiva partió ayer a la mañana, a bordo de varios colectivos. "A partir de ahora, tienen que pedirnos autorización para filmar o hacer fotos", les dijeron los guías a los integrantes de la delegación.
En cuanto los vehículos se ponen en marcha, fotógrafos y camarógrafos sacan sus aparatos. La mayoría nunca ha venido a Corea del Norte, y es inmensa su necesidad de sacar imágenes. Y, en contra de lo esperado, los guías permiten hacerlo.
"Llegamos ante la estación principal de Pyongyang, cuya fachada está coronada por un gran retrato del presidente Kim Il-Sung, fundador de la República Popular Democrática de Corea. Pero los autobuses pasan de largo. Aparentemente, los organizadores no quieren que el grupo de periodistas extranjeros viaje en un tren de pasajeros común", contó uno de los reporteros.
Los autobuses llegaron a una estación ferroviaria privada, y se detuvieron directamente en un andén. El ex dirigente Kim Jong-Il, fallecido en diciembre pasado, detestaba el avión y sólo viajaba en tren.
Ya en el tren, el almuerzo es servido en bandejas de la compañía aérea nacional, Air Koryo. A poco de partir, aparece el campo, con casas de muros blancos y techos en pagoda cubiertos de tejas ocres. Los arrozales y los cultivos están bien cuidados, a un lado y a otro de la vía, pero los tractores son escasos. La mayoría de los campesinos trabaja la tierra directamente con sus manos, o bien con una carreta tirada por un buey.
Muchas mujeres, e incluso niños, laboran a lo largo de la vía férrea, picando piedras para convertirlas en grava, o bien limpiando los arrozales.
La gran mayoría de ellos parecen bien vestidos y abrigados, correctamente calzados. Es la región más rica del país, el granero de arroz y cereales de Corea del Norte. En el noreste, las condiciones son más difíciles y la población local padece de desnutrición crónica, según las agencias de Naciones Unidas.
Tras unas cuatro horas de viaje, se llega a Tongnim, una ciudad de tamaño medio ubicada a 50 kilómetros de la frontera china. El tren toma una vía única hacia el sur, que conduce a la península de Cholsan, rodeada por el Mar Amarillo.
Ahí también se pueden ver amplios arrozales y cultivos, donde los tractores son mucho más frecuentes. La zona es visiblemente privilegiada, ya que alberga al nuevo Centro Espacial del Oeste, como lo llaman los norcoreanos.
Tras una hora más de viaje, el tren reduce su marcha. A lo lejos, bajo un resplandeciente sol primaveral, aparece un inmueble de dos pisos entre dos colinas, y un cilindro blanco erguido sobre un gran andamiaje.
Los camarógrafos y los fotógrafos se abalanzan a las ventanas. Los periodistas son recibidos por Jang Myong-Jin, jefe del centro espacial. A los 46 años, está a punto de vivir su momento de gloria, filmado por cámaras de todo el mundo, respondiendo a preguntas técnicas, pero a veces también políticas y polémicas. Lo hará durante cerca de tres horas, siempre sonriente y tranquilo.
Esta inédita operación "transparencia", cuyo objetivo es demostrar las intenciones pacíficas de Corea del Norte, fue decidida y deseada -afirman las autoridades- por King Kong-Un, el nuevo y joven dirigente del país. (DPA-AFP-NA)